Datos personales

PARTICIPAN: ***MARTA ASENSIO. ***CONSUELO BARTOLOMÉ. ***LOLA BOSCH. ***MAGDALENA ESTELRICH. JOSÉ LUIS FORTUÑO. ***IVETTE GRIERA. ***ENCARNA LEIVA. ***CRISTINA MARTINEZ. ***YUDITH MARTIÑEZ. ***ELIZABETH SHAUPP. ***DOLORES MIGUEL. ***ANA MORENO PUEYO. ***CHARI PORTERO RONDA.

EL FLAMENCO COMO HERRAMIENTA TERAPEUTICA. CHARI PORTERO


El flamenco como herramienta terapéutica
Chari Portero Ronda.


El flamenco me ha acompañado a lo largo de mi vida desde que tenía doce años. Estudié danza a nivel profesional, en un contexto de élite, académico y competitivo. Al finalizar mi formación como bailarina sufrí una gran decepción, puesto que ejercer mi profesión implicaba a menudo entrar en un mundo lleno de discriminaciones e injusticias. Ser mujer y bailarina es muy difícil, mucho más si eres mujer, bailarina y feminista, en este caso no sé si es posible. Durante un período de contradicciones internas, de luchas hacia poder bailar desde el respeto, la igualdad y la justicia, me dí cuenta de que mi triunfo no lo encontraría en los escenarios, y que no debía meter mis ideologías en el mundo de la danza, sino que debía rescatar el flamenco y adaptarlo a mis ideologías.
Paralelamente a este período introspectivo trabajé como educadora en una Casa de Acogida para Mujeres Maltratadas. Habitualmente me tocaba trabajar los turnos de noche, en los cuales la casa se silenciaba, cesaba la actividad y las mujeres se reencontraban con ellas, con sus hitorias, a veces lo hacían desde el silencio, otras desde el compartir. Una noche se me ocurrió sacar un radio casette, poner un cd de flamenco e invitar a las mujeres a bailar, a aprender algún paso sencillo, a dejarse llevar por la magia de la música, por el “duende” del flamenco. En un primer momento algunas mujeres se mostraron escépticas y desconfiadas ante mi propuesta, pero otras aceptaron participar. Todo lo que pasó después fue mágico. Poco a poco las mujeres se iban incorporando al círculo improvisado que habíamos creado, primero preocupadas, inseguras, con miedo de no saber moverse, quizás contrariadas por aquella especie de celebración inoportuna. Pero paulatinamente iban cambiando sus caras, sus expresiones, su gestualidad corporal... . Aquella noche el silencio o las palabras fueron sustutuidas por otro tipo de comunicación: el lenguaje corporal, y por otro tipo de expresión: la del propio cuerpo, por donde todo nos pasa, pero no siempre desde donde todo se expresa. La experiencia de poder ver a aquel grupo de mujeres bailando, sonriendo o simplemente fluyendo con la música, me hizo entender que el flamenco tenía el poder de extraerte de tu realidad, expresarla de manera distinta o conectarte con otras cosas. En aquel momento encontré mi respuesta, mi camino: convertir el flamenco en una herramienta de desarrollo personal, a través de la cual poder explorar el cuerpo y las emociones.
La materialización de este proyecto ha sido un taller que pretende crear un tiempo y un espacio donde tengan cabida todas las personas, entendidas desde su diversidad, y donde el flamenco se convierte en una herramienta de autoconocimiento. El flamenco es una danza muy completa y posee un gran potencial para facilitar la expresión de las emociones a través del cuerpo: es una danza con mucha fuerza y temperamento, de gran profunidad, que nos enraiza. Sin embargo, se trata de una disciplina compleja y su aprendizaje no está carente de dificultades. Pero mi propuesta se basa en marginar las exigencias, el perfeccionismo técnico y estético que habitualmente rodea la danza. No debemos someternos a las dificultades del flamenco, sino que el flamenco debe adaptarse a nuestras necesidades y para ello es necesario hacerlo nuestro. No hay una única manera de bailar el flamenco, hay infinitas, y es prioritario que cada persona pueda conectar con su cuerpo a través de movimientos que le resulten próximos y manejables, para verdaderamente apropiárselos, hacerlos suyos.
Actualmente, después de haber impartido este taller en diferentes espacios y a grupos diversos, me atrevo a afirmar con humildad que el presagio que tuve aquella noche en la casa de acogida para mujeres maltratadas se ha cumplido: más allá de los escenarios, el flamenco puede ser una fuente inagotable de recursos para explorar nuestros cuerpos, nuestras feminidades y masculinidades, nuestras sabidurías, nuestros miedos, nuestras fuerzas, nuestras rabias...

CHARI PORTERO RONDA.
Bailarina profesional (Instituto del Teatro de Barcelona)
Educadora Social (Universidad de Barcelona)
Antropóloga (Universidad de Barcelona)
Máster Antropología (perspectiva género) (Universidad Autónoma de Barcelona)